por Chiqui Vicioso
ANSIOSO, hidalgo caballero que aún cree en los molinos de viento, Carlos apremia la palabra para que salga de su letargo. De ese espacio en penumbras donde habita, si no en la desidia, en la duda.
¿Duda de qué?
Del poder de unas cuantas frases atadas por la idea, hiladas por la voluntad, para decir que hoy once de septiembre no me importan las torres que se derrumban, ni la falsa amabilidad de pasiones a destiempo idas. Ni la posibilidad detrás de una sonrisa que tímida pregunta qué pienso o cómo estoy, qué estoy creando, como si se pudiera crear en el desierto, aunque todas mis creaciones últimas tienen ese dejo de naufragio, o de nómada extraviado tras el oasis.
Caudal de voluntades empeñadas en que no se quede solo el aliento, el soplo del ángel que sostiene en pie el pesado esqueleto, la piel que estalla en pequeños globos que el vuelo alzar no pueden.
Indiferente el lápiz, espera consciente de su poder para conjurar al papel que en su pasividad se sabe guardián de lo ignoto. Nada turba su abandono, excepto la voz de Carlos y su optimismo: “¡Vamos ya!”
¿Quién nos espera?
Algún corazón habrá entre los anónimos estantes que en silencio entenderá la sequía de tus ilusiones.
Caudal de anónimas ternuras, caudal de apuestas a lo incierto. Algún corazón habrá que pueda convocar la lluvia, y en un despliegue de truenos y relámpagos sacuda el corazón de aquéllos que trocaron la ternura por el desesperado goce del que ya no tiene tiempo.
Algún corazón habrá que te indicará el camino y, sacudiéndote, te enseñe que la felicidad nunca ha sido de los inocentes. Que en esta guerra que es la vida cotidiana, la pasión siempre será del más fuerte. Mercenarismo tribal entre mujeres, apenas con el barniz del siglo.
Palabras, otra vez palabras. Texto contra mentiras, frases que ya perdieron su poder de conmover, vano oleaje que se estrella contra el acantilado de lo pragmático.
Caudal, siempre caudal, de aguas sublimes, donde florece la amistad, su flor más bella.
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Publicado originariamente en Caudal, año 1, número 4, en: De poesía y otros asuntos…
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