por MARÍA UGARTE ESPAÑA
Fotografía: MIGUEL GÓMEZ
COMENTARIO SOBRE EL TEXTO:
Se establece aquí con claridad –zanjando una enconada disputa periodística-- el origen del palacio de Borgellá y por quién fue construido, a la par que se señala su importancia en la historia de la arquitectura dominicana, en la que es pieza única.
En primer lugar surge la pregunta relacionada con su nombre: la mayoría de la gente lo conoce como palacio de Borgellá; unos pocos, y desde hace apenas unos años, lo denominan “casa o morada del escribano Diego de Herrera”.
El nombre de Borgellá lo recibió el palacio por haberlo construido, para vivirlo, el Gobernador haitiano Jerome Maximilien Borgellá, al ocurrir la ocupación del territorio dominicano por los haitianos. Es el nombre con el que se le venia conociendo desde muchos años atrás. Lo utilizan en sus obras dos importantes historiadores: Luis E. Alemar y Edwin Walter Palm. 1
En cuanto al nombre de casa o morada de Diego de Herrera, responde a la designación que se le dio en el mes de abril de 1990, cuando el edificio fue dedicado a la nueva sede de la Comisión Dominicana Permanente para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América2. Se basó la adopción del nombre en un dato suministrado por fray Vicente Rubio, OP., en su trabajo titulado Las casa morada de Diego Caballero3, en el que se hace constar que en el año 1540 vivía en la casa situada en este lugar el escribano público, secretario del Cabildo Eclesiástico, notario apostólico y receptor de la Real Audiencia, don Diego de Herrera.
El cambio de nombre tuvo efecto en los años previos a la conmemoración del Quinto Centenario del Descubrimiento, momento en el que se había exacerbado el sentimiento hispanista. No obstante el cambio, el nombre de palacio de Borgellá prevaleció en el pueblo, más por costumbre que por cualquier otra razón.
Quién construyó el palacio
El origen de este edificio ha sido motivo de opiniones encontradas y radicales, sostenidas por dos conocidos historiadores: el licenciado Pedro Troncoso Sánchez, miembro de la Academia Dominicana de la Historia, por un lado, y, por el otro, el ingeniero Oscar Cucurullo hijo. La discusión tuvo efecto en el mes de mayo de 1996, y se hizo pública a través de las páginas del Listin Diario.
En su intervención, Troncoso Sánchez4 se ocupó de desmentir el hecho de que hubieran sido los haitianos quienes construyeron el Palacio de Borgellá, y de que su estilo arquitectónico difiriera del utilizado por los españoles en sus construcciones del periodo colonial. Disentía así el académico de la opinión vertida recientemente por Oscar Cucurullo hijo5 en una nota aparecida en la sección “Línea Directa” del mismo Listin Diario. La indicada nota afirmaba que fueron los haitianos quienes construyeron el edificio “durante la época en que el país estuvo dominado por Haití”. Se agregaba en la misma que “su estilo arquitectónico difiere fundamentalmente del utilizado por los españoles en sus construcciones”.
“Las dos cosas son falsas, rotundamente falsas”, afirmó Troncoso Sánchez en su intervención. Y agregó que el edificio de la calle Isabel la Católica, frente al parque Colón, fue construido en el siglo XVI: “Cuando el gobernador haitiano Maximilien Borgellá vino al país al iniciarse la ocupación haitiana, ese edificio estaba ya construido”. “No podemos” --sostuvo—“seguir diciendo que ese Palacio lo construyó Borgellá, porque eso implica reconocer que los haitianos dejaron alguna huella cultural en el orden edilicio y arquitectónico”. “De modo pues”, enfatizó, “que no podemos seguir diciendo eso ni tampoco hay que llamar palacio de Borgellá a ese edificio”.
El ingeniero Oscar Cucurullo6 le salió al paso a las declaraciones de Troncoso Sánchez en un largo artículo aparecido en el mismo órgano de prensa, en el que sostenía el origen haitiano del palacio.
Lo interesante de esta polémica es que ambos historiadores se valieronde la misma fuente para justificar sus opiniones opuestas. Dicha fuente es la obra ya citada de Edwin Walter Palm, cuyos términos interpretan en forma opuesta Troncoso y Cucurullo.
La primera cita del Palm aportada por Troncoso Sánchez parece favorecer su tesis de que la antigua casa colonial que ocupaba el espacio del debatido palacio de Borgellá, tenía su pórtico original, que Troncoso considera que es el mismo que ostentaba el edificio en 1969. Veamos el párrafo en cuestión:
Desdichadamente, otro núcleo principal, la --como es de suponerse--, importante arquitectura de la Plaza Mayor, se perdió en el terremoto de 16
73. Las casas edificadas en los primeros años por el escribano Francisco Tostado eran “el mayor adorno de aquella ciudad por ser hecha (la plaza) en cuadro de hermosa fábrica y arquitectura, con portales todas las casas y hoy (1691) no se ven en ella sino ruinas cubiertas de árboles”. 7
Y comenta Troncoso más adelante:
Es decir, que la plaza, ocupada en el lado sur por la Catedral, tenía a los tres lados unas casas con pórticos (portales) como los conservan las restauraciones del palacio del Consejo Municipal y el que fue de Borgellá, hoy Senado de la República. 8
Hay que reconocer que la información ofrecida por Palm es un poco a
mbigua y pudo muy bien utilizarla Troncoso Sánchez para respaldar su posición de que el palacio en cuestión era de construcción española.
No ocurre así con la segunda cita de Palm, mucho más clara y contundente y mucho más favorable a la posición de Cucurullo. Dice así:
“El siglo XIX no cambio el aspecto de la ciudad. Solo se sustituyen los balcones por unas galerías voladas. Por lo demás, se conservan los modismos andaluces y los recuerdos mudéjares. Aún en la tercera década del siglo, cuando el gobernador haitiano Borgellá se construye una casa, la galería emplea los alfices rehundidos sobre fustes de ladrillo que viene a sustituir los apoyos monolíticos, anteriormente en uso en Santo Domingo. Sobreviven así por tres siglos las formas que desde los primeros años de la colonia habían trasplantado a la isla el ambiente dejado atrás allende el Atlántico” 9
Con esta cita de Palm a la vista, Cucurullo pudo muy bien afirmar que “el doctor Palm dice claramente (más claramente no podía decirlo), que el edificio fue construido por el gobernador haitiano Borgellá, y explica que se trata de una reconstrucción “del ambiente de la plaza, tal como se veía enfrente, en el otro edificio que ocupó el Ayuntamiento durante mucho tiempo”. 10
Los puntos de vista expuestos por uno y otro historiador son excesivamente radicales y excluyentes. Y no aportan los
testimonios requeridos para aceptar como válidas cualquiera de las dos posiciones. La de Troncoso, además, es apasionada en extremo.
El esclarecedor testimonio de José Gabriel García
Una y otra opinión, la de Troncoso Sánchez, por un lado, y la de Cucurullo, por el otro, están opacadas por un testimonio anterior que, al parecer, ambos autores desconocían. Nos referimos a las noticias ofrecidas por el historiador José Gabriel García en su Compendio de la Historia de Santo Domingo11, que concluyó en 1878, lo que acerca mucho sus afirmaciones a la ocurrencia de los hechos. Además, lo pormenorizado de sus testimonios no deja duda de su autenticidad. Veamos algunos datos contenidos en el capitulo IX del libro primero de la parte consagrada a la “Era haitiana” 12.
Se ocupa José Gabriel García de enumerar en este pasaje de su libro los sucesos y las disposiciones legislativas emanadas de las autoridades haitianas en 1831. Critica el autor adversamente la actitud de olvido hacia la parte española de los políticos haitianos, quienes no sólo pensaban
“en tenerla subyugada para explotarla y obscurecerla, estando tan enseñoreada de ella el general Borgellá, quien contaba con la adhesión personal de algunos dominicanos influyentes, y tenía a su lado como consejeros al coronel Chardavoine, a Celigni Ardouin y a otros haitianos igualmente competentes, que había invertido una fuerte suma en contribuir para su residencia un palacio espacioso y muy bien situado, en el frente oriental de la plaza de la catedral, hoy de Colón, palacio que hubo de derrumb
arse cuando ya estaba casi concluido, con alegría de los fanáticos, que atribuyeron el inesperado suceso a que los materiales empleados procedían de la destrucción de los claustros del ex convento de San Francisco, pero que hizo levantar de nuevo, dándole mayor solidez y mucha más elegancia de la que tenía”. 13
Afirma José Gabriel García que temió Boyer la influencia de Borgellá y la confianza que éste tenía “en la inamovilidad de sus funciones como mandatario de la parte española”, y antes de que pudiera aprovecharse “de los elementos de que podía disponer en su nueva residencia”, lo designó para reemplazar en el mando de Aux Cayes al general Marion, que había muerto hacía poco.
Observa el historiador García que “alarmado Borgellá con tan extraña determinación, trató en vano de evadirse del compromiso en que se veía, alegando que había empleado todos sus ahorros en la construcción del palacio en que residía, pero el astuto presidente allanó la dificultad disponiendo comprársela por cuenta de la nación en treinta y dos mil pesos fuertes que le pagó de contado, poniéndole así en el caso de resignarse a aceptar el nuevo mando que le ofrecían.”
El testimonio de José Gabriel García no deja duda alguna de que Borgellá construyó el palacio; de que lo hizo con materiales extraídos de los claustros del monasterio de San Francisco; de que la edificación se vino abajo, y que Borgellá la hizo construir de nuevo dándole mayor solidez y elegancia. También nos revela que por razones políticas Boyer traslado a Borgellá a otro destino y adquirió por 32,000 pesos al contado el famoso palacio. Creo que el testimonio del historiador García despeja cualquier duda respecto al origen del edificio.
Los muy variados destinos del palacio
Muchos han sido los destinos a que ha sido dedicado este inmueble. Antes de convertirse en flamante palacio del gobernador Borgellá, cuando se trataba de una casa colonial, el primer habitante conocido fue -de acuerdo con el padre Vicente Rubio14-, el escribano público Diego de Herrera, quien residía en ella en 1540.
Luis E. Alemar15 informa que en los tiempos coloniales, “la casa que existía en este mismo sitio donde hoy se levanta el mencionado palacio pertenecía y era la morada de don Francisco Pekín González, contador de la Real Hacienda y oficial real, yerno de don Antonio de Coca y de doña Josefa Lucía de Landeche”. “En un asiento del Libro Becerro de 1788, conservado en el Cabildo, está localizada esta casa como sigue: situado en la Plaza Mayor, lindando por una parte con la Cárcel Real y por el otro con casa baja que hace esquina a la del Caño, perteneciente al Mayorazgo Dávila y que vive don Lorenzo Angulo”.
En otro pasaje de su obra, repite Alemar16 resumidas las noticias que sobre la construcción del palacio por Borgellá aporta ampliamente José Gabriel García, a las que hemos hecho referencia.
En las Actas de Sesiones del Congreso Nacional del año 1852(17), en la correspondiente al 15 de abril, el honorable Félix Morilla presentó un proyecto de decreto “legalmente apoyado”, que declara el palacio, sito en la Plaza de Armas, local permanente del Congreso Nacional. Y Alemar18 alude a esta disposición al señalar que el Congreso Nacional votó la suma de 20,000 pesos para la reparación del palacio, que estaba a la sazón en bastante mal estado.
En la misma obra, Alemar da a conocer que en el tiempo de la Anexión el palacio fue ocupado por la Real Audiencia, llamándosele Palacio de la Audiencia. En 1873 fue asiento de la Justicia, pero de acuerdo con lo informado por el mismo historiador, en 1874 se encontraba en ruinas, habiendo publicado el periódico El Nacional un suelto en el que se ponía de relieve el abandono en que se hallaba sumido el palacio. He aquí el texto de los malos versos aparecidos en el periódico citado:
Ese Palacio que fue/ De la Justicia el asilo/ En centro de industria y arte/
Lo vemos ya convertido./Allí se juega al tablero y también la cortante espada./
Se confecciona el tocino /Aunque esté maino/Bailase allí zapateo /
Al son de cantos y gritos /El tenderete de hamaca/Báilase allí zapateo/
Al son de cantos y gritos/El tenderete de hamaca/En el balcón, por lo visto/
Dicen muy alto al viajero/Que es la ciudad un campito/Los huéspedes
del alacio/Que habitan el alto piso/ Al balcón salen temprano/Con
solo los calzoncillos/ Dando saltos/Dando voces/Y tocando otros
el pito/De Babilonia el Castillo.19
En las informaciones relacionadas con el palacio de Borgellá, Luis E. Alemar, en la obra citada20, incluye la noticia de que el 20 de marzo de 1975 el Poder Ejecutivo de-
claró este palacio como casa de Gobierno, y el antiguo de la calle Colón (hoy Museo de las Casas
Reales), como local del Congreso, de la Suprema Corte de Justicia, Tribunales Inferiores, Cámaras de Cuentas, Contaduría General de Hacienda, y otras oficinas públicas.
Una reparación hecha a fondo en 1942 fue realizada para albergar en el palacio la Cámara del Senado de la República (sigo también a Alemar21), institución que lo ocupó hasta que fue trasladada a su nuevo local en la Feria de la Paz.
En los artículos antes referidos de Troncoso Sánchez y Cucurullo se le cita en 1969 como sede de las oficinas de Rentas Internas. Y para mediados de la década del 70 se traslada a sus dependencias la Escuela Nacional de Bellas Artes.
Ya en el año 1990 el Gobierno entregó el palacio a la Comisión Permanente del Quinto Centenario, institución que lo inauguró como su sede el día 2 de abril de dicho año. En esa ocasión se procedió a rebautizarla con el nombre de “Casa del Quinto Centenario. Antigua morada de Diego de Herrera”.
Actualmente ocupa el palacio el Patronato de la Ciudad Colonial de Santo Domingo, institución que sucedió a la Comisión del Quinto Centenario en gran parte de sus atribuciones.
Conclusiones
Del examen de las fuentes consultadas se deduce que fue el Gobernador haitiano Jerome Maximilien Borgellá quien construyó, a sus expensas, el palacio situado en la calle Isabel la Católica, 103. No se excluye, sin embargo, la posibilidad de que al edificarlo se aprovechara parte de la estructura antigua, tal vez los sólidos muros de la casa del siglo XVI. Pero se conoce, también, que en la primera construcción del palacio del siglo XIX, que se vino abajo poco antes de ser terminada, se utilizaron elementos procedentes de los claustros del monasterio de San Francisco, lo que podría explicar la posible procedencia de materiales antiguos en el edificio.
El hecho de que el palacio de Borgellá sea la única manifestación arquitectónica del periodo haitiano, lo hace un importante eslabón en la historia de la arquitectura dominicana.
NOTAS BIBLIOGRÁFICAS
1. Luis E. Alemar, Santo Domingo- Ciudad Trujillo, Santiago de los Caballeros, 1943 y Edwin Walter Palm, Los monumentos arquitectónicos en La Española, 2 tomos, Ciudad Trujillo, 1955.
2. Recuerdo de la inauguración de la nueva sede de la Comisión Dominicana Permanente para la Celebración del Quinto Centenario del Descubrimiento y Evangelización de América, Santo Domingo, 1990.
3. Vicente Rubio, OP., Las casa morada de Diego Caballero , Ediciones Fundación García Arévalo, Santo Domingo, 1979.
4. S. Estrelleta Veloz, “Desmienten palacio sea obra haitiana”, Listin Diario, 8 de mayo de 1969.
5. Oscar Cucurullo hijo, Listin Diario, “Línea Directa”, 5 de mayo 1969.
6. Oscar Cucurullo hijo, “La Casa de Borgellá en la Ciudad de Santo Domingo”, Listin Diario, 15 de mayo.
7. Edwin Walter Palm, Ob. cit., Pág., 88 , citado por Troncoso Sánchez, ob. cit.
8. Troncoso Sánchez, Ob. cit. , pag. ¿?
9. Edwin Walter Palm, Ob. cit., tomo II, pág. 142.
10. Oscar Cucurullo hijo, “La Casa de Borgellá en la Ciudad de Santo Domingo”, Listin Diario, 15 de mayo, pág.¿?
11. José Gabriel García, Compendio de la Historia de Santo Domingo, tomo I, tercera edición de 1893, reeditada por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, 1979.
12. Ibidem, pág. 484.
13. Ibidem, pág. 486.
14. Vicente Rubio, OP, Ob. cit., pág. 9
15. Luis E. Alemar, Ob. cit., págs. 64 y 65.
16. Ibidem, págs. 63 y 64.
17. Colección Trujillo, Serie II. Documentos Legislativos, vol. IV, Ediciones del Gobierno Dominicano, 1944, pág. 170.
18. Luis E. Alemar , Ob. cit., pág. 64.
19. Ibidem, ¿?
20. Ibidem, ¿?
21. Ibidem, ¿?
DATOS SOBRE LA AUTORA:
MARÍA UGARTE ESPAÑA (Segovia, España, 1914). Historiadora, crítica de arte y periodista cultural, es miembro de la Academia Dominicana de la Historia y ha merecido numerosos reconocimientos y galardones. Entre sus obras destacan: Monumentos coloniales (1977), La Catedral de Santo Domingo… (1992), Iglesias, capillas y ermitas coloniales (1955), Estampas coloniales (1988) y Prats-Ventós… (2001).
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